Nietzsche el solitario

Todos los filósofos, o al menos los grandes filósofos, se posicionan de algún modo ante la historia de la filosofía como si fuese un todo. En algún momento de sus obras hay una frase mas o menos así. “Todos mis predecesores se caracterizaban por esto….y se equivocaban”. En este sentido la historia de la filosofía es un permanente reinicio. Cada reiniciador es incluido por el siguiente dentro de su serie, pero esto no es lo que importa. Lo que importa es ver como se repite en la filosofía este sentimiento de ser pionero, la convicción de haber salido del modo común de ver las cosas.

(Por eso la soledad es el espacio del filosofo. No halla comunidad con sus contemporáneos, pero tampoco con sus predecesores.)

Ningún filosofo ejemplifica mejor esto que  Nietzsche. El fue, y se concibió como tal, un verdadero reiniciador. También fue, y se concibió como tal, un verdadero solitario. Cuando leemos su biografía comprendemos que experimentó como nadie una doble vecindad de la filosofía;  La vecindad con la soledad y la vecindad con la locura.

Nietzsche el vidente

La originalidad de Nietzsche es radical también en un sentido etimológico. Volvió verdaderamente a las raices, a los orígenes de la filosofía. De esto nos apercibimos apenas abrimos una de sus obras. Él recuperó para la filosofía dos antiguos medios de expresión; el aforismo y el poema, que ya utilizaban Heráclito y Parménides mas de veinticuatro siglos antes. Pero seria exagerado decir que Nietzsche uso la forma aforística y la poética para regresar a los presocráticos, pues no se obligó a escribir poemas y aforismos; el era realmente un gran escritor aforistico y un brillante poeta. Mas bien lo que pasaba es que Nietzsche recupera un modo de hacer filosofía perdido desde los presocráticos.

Lo característico de esta filosofía poética es que tiene un sentido observante, no un sentido argumentativo. No pretende con-vencer, porque no concibe el saber como polémica. Desde Sócrates en adelante, el conocimiento ha tomado la forma de “lucha y autoafirmación”. Polémica contra los otros, polémica contra los objetos… el conocimiento no ha sido mas que Voluntad de Poder, (o mejor, de dominio) Nietzsche pretende salir al paso de esta tradición. Pretende sustituir el conocimiento por la clarividencia, la figura del filosofo por la del sabio (Zaratrusta), casi el vidente. Lo característico del vidente es que no adopta ninguna postura propia y no se sitúa frente a los objetos. Su conocimiento es mas bien reconocimiento; de los ciclos vitales, de la vida y la muerte. Semejante personaje no aspira a la polémica, al discutir y discutir hasta cargarse de razón, sino al acompasamiento. Ve al orgulloso sujeto , al yo, como una estructura de la obstaculización. La vida creativa florece allí donde los individuos aprenden a fluir con las cosas y renuncian a obstaculizar (renuncian al yo, a su conciencia moral, a su superyo, a su conciencia de clase… )

Nietzsche el sofista.

Nietzsche pretendió recuperar este modo de hacer filosofía, olvidado en la tradición filosófica desde Sócrates en adelante. Su voluntad de escapar de la tradición era tan grande que se plasmó en su lenguaje. Cada filosofo inaugura un lenguaje particular, pero en Nietzsche esto está tan claro que llama la atención continuamente. No es solo que renuncie a la exposición argumentativa clásica; es que además introduce tal numero de conceptos radicalmente nuevos en la filosofía (nihilismo, voluntad de poder, superhombre...) que uno se pregunta si en ese imaginario dialogo filosófico entre todos los filósofos Nietzsche no estará hablando de otra cosa. Pero para Nietzsche recrear el lenguaje era realmente una necesidad filosófica, no una extravagancia. ¿Por qué?

Nietzsche se va a preguntar como significan las palabras. La respuesta clásica es; las palabras tienen un significado porque las cosas tienen una esencia. Por encima de su naturaleza convencional, las palabras conservan un significado gracias a su esencia. A lo largo de la historia de la filosofía, la discusión principal es si los hombres acceden de hecho a estas esencias, o si el acceso a las esencias es algo asintótico, es decir; susceptible siempre de mejorarse, pero no de  completarse. Pero Nietzsche no se interesa por esta cuestión. Mas bien es la misma cuestión de la esencia lo que le resulta sospechoso. ¿El significado de las palabras se basa en la esencia? Mas bien es al reves, dice Nietzsche, creemos que las cosas tienen una esencia porque tienen un significado convencional.

Cuando Nietzsche afirma que los hombres creen en Dios porque creen en la gramática, no hace mas que  reconocer esta relación entre significado y esencia, entre lenguaje y ontología, vale decir; metafísica. Luego, en “Verdad y mentira en sentido extramoral”, afirmó esta tesis escandalosa. Verdadero es lo que favorece la vida, falso lo que la perjudica. La tesis es perfectamente coherente con la convencionalidad del lenguaje; si los significados son impuestos, lo son en tanto sirven a un interés.

Si quereis entender esto, acordaos de cuando a principio de curso hablabamos de los sofistas. Recordad los discursos de Bruto y Marco Antonio en Julio Cesar. La pregunta que podriamos hacernos es algo asi como: ¿Merecia realmente Julio Cesar morir? ¿Cual es la verdad? Pero esta cuestión no tiene respuesta para Nietzsche. No hay ninguna verdad que sacar a la luz, sino solo opiniones enfrentadas (la de Bruto, la de Marco Antonio). Y la opinión que triunfa es la mas conveniente.

https://franciscomartintorres.wordpress.com/2009/09/30/los-sofistas/

En su antiesencialismo, Nietzsche profesa una suerte de nominalismo; no existen las esencias, solo semejanzas. Como la esencia se manifiesta en la definición y la semejanza en la metáfora, un lenguaje metafórico es mas honesto que uno construido sobre definiciones (porque la metáfora no aspira a determinar esencias, sino solo a mostrar la semejanza de algo, que es accidental y mudable.)

Un resumen un poco rápido de esta cuestión es que los filosofos clásicos, (Platón sobre todo) han entendido que cuando llamamos a varias cosas por el mismo nombre es porque comparten una esencia común. Por ejemplo, que todos los hombres tienen algo en común, que todo lo bello tiene algo en común, que todo lo justo tiene algo en común, etc. (Y eso es la Teoría de las Ideas)

Pero para Nietzsche, cuando hablamos de algo que tiene el mismo nombre solo hay algo así como un parecido de familia; los hombres se parecen en algo, lo bello se parece en algo, lo justo se parece en algo…

Esto es un cambio bastante profundo en la forma de ver las cosas; porque los parecidos son subjetivos e interesados; es normal, por ejemplo, que una persona vea parecidos donde otra no lo ve, a todos nos pasa esto. Es común que para alguna gente tal actor se parezca a tal persona, o que tal bebé se parezca a tal o cual familiar… mientras para otra gente no hay ningun parecido. Esto resulta normal, pero Nietzsche avista que tambien pasa lo mismo con el resto de nuestro conocimiento; a mi me parece algo justo, me parece algo bello, algo me parece amistad, algo me parece verdad… a otra gente no le parece en absoluto (porque no le interesa que sea así)

Que no existan esencias, sino semejanzas, quiere decir que en los seres no hay una identidad común, sino a lo sumo una semejanza. La diferencia es que la esencia es algo esencial, esto es, necesario, mientras que la semejanza es algo accidental. A cierto grupo de individuos se les llama hombres no porque lo sean, sino en virtud de cierto tipo de interés. A lo que Nietzsche hace  referencia es a la complejidad del proceso de atribución ontológica, es decir, a la complejidad de responder a una pregunta como “¿que es eso?”. Esta complejidad reside en que es colectivamente, y en virtud de intereses (y no individual y desinteresadamente) como se  responde a la pregunta.

En esta situación, decir la verdad, responder de forma satisfactoria a la pregunta “¿que es eso?”, significa tan solo usar las metáforas usuales. Lo que pasa es que el hombre, claro está, ha olvidado que la naturaleza de su lenguaje es metafórica. A fuerza de usarlos, ha llegado a creer que el significado de sus conceptos es universal y necesario.

Si no hay esencias, y si el lenguaje es metafórico, el conocimiento es interpretación, pues no se averigua, sino que se interpreta, el significado de una metáfora. ¿Y en donde se detiene y descansa la interpretación? La interpretación no se detiene nunca. Privado de una referencia a la esencia, el conocimiento se convierte en interpretación y la interpretación tiene carácter recursivo; siempre es a su vez susceptible de interpretarse.

Para daros una ilustración de aquello de lo que habla Nietzsche, aqui os dejo una magnifica referencia en la película Rashomon, de Akira Kurosawa. Este filme es una de las obras maestras de uno de los directores mas importantes de la historia. La película describe un crimen a traves de las versiones de cuatro personajes; el asesino, la victima, su mujer y un testigo. ¿Cual dice la verdad?

Nietzsche descubrió en esta infinitud de la interpretación el carácter maldito del conocimiento. El hombre no puede perseguir interpretaciones infinitamente, y en algún momento ha de detenerse y decir: “esto no es interpretación; es mi certeza”. No hacerlo así supone caer en la locura. En esta tensión se encuentra el filosofo: el conocimiento pide continuar la interpretación, la vida pide “basta”. “Perecer por el conocimiento absoluto muy bien pudiera formar parte de los fundamentos del ser.” (Mas allá del bien y del mal. En la primera parte de este libro, hay frecuentes referencias a Descartes; su objetivo de alcanzar un conocimiento absolutamente fundado le parece inútil a Nietzsche, que trata de refutar el cogito.). La historia de la filosofía es una historia nefasta donde cada filosofo lega a sus descendientes una interpretación mas refinada y mas antivital que la anterior. Por eso Nietzsche se propone recuperar la sana ingenuidad presocrática.

La interpretación es infinita. Pero además la interpretación es impuesta. Sabemos para qué; para reforzar la vida. Pero ¿la vida de quien? En ocasiones, la interpretación refuerza la vida de todos los hombres, es entonces meramente una adaptación biológica. Pero a veces la interpretación es impuesta por unos hombres a otros para reforzar su vida.  Por todo ello, interpretar una interpretación no es preguntarse acerca de que se  habla, sino a quien sirve, a que sentimiento vital. No en vano Nietzsche ha comenzado como filólogo y terminado como fisiólogo.

Fisiólogo de la Voluntad de Poder.  Que el lenguaje expresa un sentimiento vital es la concepción de Nietzsche de que el lenguaje expresa una voluntad de poder. Pero con ello del análisis del lenguaje hemos desembocado en la medicina. Y de eso hablaremos en el proximo capítulo.